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Cuando las barbas de tu vecino veas cortar…

No debiera arrancarse a la gente de su tierra o país, no a la fuerza.
La gente queda dolorida, la tierra queda dolorida.
Nacemos y nos cortan el cordón umbilical. Nos destierran y
nadie nos corta la memoria, la lengua, las calores. Tenemos que
aprender a vivir como el clavel del aire, propiamente del aire.
Soy una planta monstruosa. Mis raíces están a miles de
kilómetros de mí y no nos ata un tallo, nos separan dos mares
y un océano. El sol me mira cuando ellas respiran en la noche,
duelen de noche bajo el sol.

Juan Gelman

Malena Hernández

El desterrar y despojar de su nacionalidad a presos políticos en Nicaragua ¡en pleno siglo XXI! resulta estremecedor, porque es una muestra de lo que un régimen autoritario puede hacer en contra de sus adversarios.

La constitución de Nicaragua señalaba hasta hace unos días, en su artículo 20: “Ningún nacional puede ser privado de su nacionalidad”; y el 21 enunciaba: “La adquisición, pérdida y recuperación de la nacionalidad serán reguladas por las leyes”… pero, en un abrir y cerrar de ojos, fue modificada para incluir y sentenciar en este último: “Los Traidores a la Patria pierden la calidad de nacional nicaragüense”.

Al respecto, el presidente Daniel Ortega -quien con un chasquido de dedos instuyó a la Asamblea Nacional a reformar la constitución para que su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, sea la ¡copresidenta de la República!- declaró: «No queremos que quede ningún rastro de los mercenarios del imperio en nuestro país».

De acuerdo con una investigación de Distintas Latitudes -“Residir en el limbo: el destierro en los regímenes autoritarios de América Latina”, (Mayo 23, 2022)- alrededor de mil 163 personas habían sufrido hasta ese momento el destierro en América Latina, ya sea temporal o definitivamente.

“La mayoría procede de Cuba, si bien los gobiernos autoritarios de Nicaragua, Venezuela y El Salvador también aplican el destierro u otros mecanismos de expulsión o encierro civil como condena política contra algunos de sus propios ciudadanos”, detalla la publicación.

El destierro, según la Real Academia de la Lengua, es una “pena que consiste en expulsar a alguien de un lugar o de un territorio determinado, para que temporal o perpetuamente resida fuera de él”.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 9, señala que “nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado”; y el 15 agrega: “A nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad”.

Asimismo, el artículo 20 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos consigna que “Toda persona tiene derecho a una nacionalidad”.

En nuestro país, la Constitución estipula que todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en ella y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte; y prohíbe atentar contra la dignidad humana, así como anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas.

La manifestación de las ideas no puede ser objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, salvo que ataque a la moral, la vida privada o los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público.

Y si bien el Código Penal Federal establece una pena de prisión de cinco a cuarenta años y multa hasta de cincuenta mil pesos al mexicano que cometa traición a la patria en 9 supuestos, la Carta Magna determina que “Ningún mexicano por nacimiento podrá ser privado de su nacionalidad”.

Sin embargo, ante las marrullerías que hemos visto por parte de Morena y sus partidos aliados -quienes han caído en el extremo, por ejemplo, de acusar de traición a la patria a las y los legisladores que votaron en contra de la reforma energética; de reformar nuestra Ley Suprema, vía modificaciones a leyes secundarias; y hasta de aprobar, en la comisión de Gobernación de la Cámara de Diputados, un aumento a las multas por insultar al presidente, con reformas a una ley reglamentaria ¡de la Constitucion del 57!- todo parece posible…. más aún cuando el principio que rige es el de “no me vengan con que la ley es la ley”.

Por ello, no resultaría extraño que por sus mentes cruzara la idea de convertir en apátridas a los adversarios del presidente López Obrador… tal y como hacen estos gobiernos autoritarios, encabezados por sus amigos; a quienes incluso entregan condecoraciones.

El repudio a sus acciones no importa, ni las sentencias de organismos internacionales… así que “Cuando las barbas de tu vecino veas cortar”…

¡Es la precedencia, estúpido!

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