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Vivir en situación de calle

Dicen que el trabajo gremial favorece el desempeño de una profesión y es muy cierto. Sobre todo cuando aprendemos lo necesario para prestar servicios a quienes más lo necesitan. Ahora hago referencia al trabajo que colegas del Estado de Jalisco proponen para atender los problemas de las personas en situación de calle. Algunos dirán: “¿y tienen problemas? Porque si viven así es porque quieren”.
Las psicólogas Leticia Ornelas Orozco y Alba Villanueva Ortiz, así como el psicólogo José de Jesús Gutiérrez Rodríguez, escriben que la población callejera es un grupo social diverso, conformado por niñas, niños, personas jóvenes, mujeres, familias, personas adultas mayores, personas con discapacidad y otras con diversos problemas de salud física, mental o adicciones. Para nadie es raro encontrar a personas que viven y sobreviven en la calle, utilizando un espacio físico como la entrada de un edificio, bajo unos portales, en un auto abandonado o en un lugar a medio construir. Viven a su manera, buscan o piden sus propios satisfactores que básicamente es comida. No tienen un gran guardarropa y el techo es de plástico o de lona, una que se utilizó en alguna campaña política de elección.
En tiempos pasados, no muy lejanos al presente, Querétaro se hizo notar por la presencia de un importante número de personas en situación de calle. Las autoridades, al notar que “causaban mal aspecto” en la ciudad, optaban por trasladarlos a otro lugar fuera del Estado. El argumento fue que no eran originarios de esta ciudad y no había instancia que se hiciera cargo de ellos, no les gustaba estar en albergues, ni tenía quien defendiera sus derechos.
Muchos coincidimos con las psicólogas y el psicólogo jaliscienses, de que es urgente diseñar e implementar programas para la posible identificación oficial de la identidad y origen de las personas en situación de calle. Se sabe que algunas personas fueron separadas de sus padres años atrás o que presentan disfuncionalidad en sus familias y huyen de ellas. Si no se tiene éxito con ésta mediad, se les puede otorgar una identidad extraordinaria que les permita asumir legalmente su ciudadanía y beneficiarse de programas de apoyo gubernamental.
Hace unos días en la Avenida Zaragoza, observé a un adulto mayor de los mal llamados “indigentes”, quien sufrió una lesión en su pierna izquierda, la cual fue inmovilizada por el personal paramédico de Cruz Roja que le atendió. Sin embargo, creo que su atención integral estará comprometida, pues es posible que se desconozca a personas cercanas que ayuden a su recuperación y rehabilitación.
No es la primera vez que este asunto se pone en la agenda política de las autoridades y que hablen de implementar servicios comunitarios de salud física (prevención, atención y tratamiento), sin que se consideren los servicios psicológicos, psiquiátricos, nutricionales, odontológicos y de inclusión (familiar, educativa, laboral, movilidad, cultural, etc.), tal como lo señalan los colegas del Colegio de Psicólogos de Jalisco en su propuesta.
No se trata solamente de reconocerlos y sensibilizar a la comunidad queretana para que tengan un buen trato a las personas en situación de calle. Se trata de recuperar sus derechos y mejorar su realidad cotidiana, atendiendo sus condiciones vulnerables de vida y de riesgo en las que se encuentran.
Se trata, ante todo, de humanizar nuestra percepción con las personas que encontramos a diario viviendo en calle.

* Presidente del Colegio Estatal de Psicólogos de Querétaro, AC y Psicólogo Clínico adscrito al Hospital General del IMSS-Querétaro.

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