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Mujeres y COVID-19

A unas semanas de registrarse un año de la aparición del coronavirus en México, se espera el reporte de diversos estudios que realizaron dependencias de gobierno, asociaciones de profesionales, universidades y otras instancias. Las estadísticas podrían no ser muy diferentes a las realizadas en Europa, Estados Unidos de Norteamérica y otros países de Latinoamérica. De hecho, ya se cuenta con indicadores importantes que han servido para implementar acciones por parte de grupos profesionales de salud física y salud mental.
Las estadísticas sobre contagio, muertes y sintomatología se reportan a diario, pero falta sistematizar la información y facilitarla a la prensa y a los académicos. Se supone que lo que ya se sabe, debe influir en la toma de decisiones de los gobiernos para liberar recursos económicos, tecnología y personal experto, destinados a la atención de la pandemia COVID-19. Sé que es así, pero me da la impresión de que, como suele pasar en situaciones de contingencia nacional, no han sido suficientes, lo que refleja el descontento de muchos sectores de la población.
Los reportes que hasta el momento se han publicado, coinciden en muchos indicadores. Por ejemplo, el más notorio es que esta pandemia ha afectado más a las mujeres. Son ellas quienes han reportado mayor malestar psicológico por los cambios sufridos en su participación en casa y en el trabajo. Las exigencias les han llevado a presentar dificultades para concentrarse, incrementar síntomas depresivos, fatiga, desórdenes alimenticios, insomnio y sentimientos de culpa.
Las alteraciones están relacionadas unas con otras. Por ejemplo, el insomnio o el dormir menos horas de las acostumbradas llevan a presentar somnolencia por el día, actitudes de enfado, irritabilidad y fallas en algunas actividades cotidianas, lo que afecta la autoestima. Durante el año pasado, muchas mujeres han reportado problemas de salud física, con la correspondiente dificultad de atención médica por las restricciones del servicio médico institucional.
En los rubros de consumo de alcohol, tabaco, psicofármacos y drogas ilegales, en relación con el género masculino parece ser menor, pero se ha sentido un incremento en algunos de ellos. Esta situación puede estar influyendo en los reportes de un incremento en la violencia intrafamiliar. Los registros de suicidios no parecen ser significativamente altos, pero sí en el de ideación suicida o pensamientos de muerte, que son diferentes a la planeación e intento suicida.
Los indicadores que sobre las afectaciones en grupos de edad se presentan, curiosamente a mayor edad, menor malestar psicológico. Son los jóvenes entre los 18 y 35 años los que más muestran frustración por las medidas adoptadas en la contingencia. Y en esto, es a las mujeres a las que más les cuesta trabajo afrontar la situación, por sus limitaciones familiares, económicas y culturales.
Las limitaciones que ha traído la pandemia se muestran en un escenario amplio y para toda la población, sin embargo, no todas las personas responden de la misma forma ni padecen de incertidumbre, ansiedad, depresión ni de duelo por el fallecimiento de un ser querido. Se estima que entre el 8 y 12 por ciento de la población ha buscado orientación o ayuda psicológica y, de esta, la mayoría ha sido de mujeres.
Es momento de que las intervenciones de ayuda y atención que los gobiernos dicen ofrecer, tengan la perspectiva de género y vean más por las mujeres en nuestro estado y en el país.

* Presidente del Colegio Estatal de Psicólogos de Querétaro, AC, y psicólogo clínico adscrito al Hospital General del IMSS-Querétaro.

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