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¿Cómo se mide el éxito en la vida? (parte 1)

¿Qué significa tener éxito en la vida? ¿Triunfar en el mundo de los negocios? ¿Hacerse de poder? ¿Trascender espiritualmente? Como podemos ver, no hay una respuesta única, pues todo depende de qué valoremos y cómo lo midamos. Lo que sí podemos hacer es preguntarles a personas que consideremos exitosas cómo han llegado al lugar tan especial en el que se encuentran, de manera tal que sintamos que es posible emularlas en algún sentido si así lo deseamos y anhelamos.

Una de estas personas es la alpinista española Edurne Pasaban, a quien me referí en una de mis colaboraciones previas. Basta con mencionar su hazaña más distintiva para considerarla un ejemplo a seguir, pues se le reconoce como la primera mujer en haber escalado las 14 montañas más altas del mundo, siendo la primera de ellas el monte Everest, y la 14a., el Shisha Pangma, también en Los Himalayas.

No teniendo nada más por demostrarle a nadie, Edurne se dedica actualmente al mundo de los negocios y a relatar sus hazañas, dando testimonio de que es posible cumplir las metas más difíciles si así nos lo proponemos. En sus pláticas acostumbra mencionar los cuatro ingredientes que ella se precia cargar en su “mochila de vida”: la ambición de llegar más lejos, querer hacer las cosas cada vez mejor, estar convencidos de que somos capaces de emprender exitosamente los más grandes logros y sentir una intensa pasión por lo que hacemos.

En esta y la siguiente entrega abordaré en más detalle estos ingredientes del éxito, sobre los que he charlado extensamente con mis estudiantes universitarios, quienes los han tomado como un punto de referencia para fijar sus propias metas en la vida. Ellos cursan la Ingeniería en Agricultura Protegida en el Centro Educativo CEICKOR, desde cuyas aulas e invernaderos es posible admirar la majestuosa Peña de Bernal, de la que nos sentimos tan orgullosos los queretanos.

AMBICIÓN. Este es el primer ingrediente en la mochila de vida de Edurne, quien aconseja quitarnos de la cabeza la idea de que ser ambicioso es algo negativo. Para ella, ambicionar es bueno porque nos faculta a aspirar a cosas mejores. Leslie Riopel, una profesora de psicología, coincide con la alpinista hispana, pues estima recomendable mostrar resolución y valentía para asumir los riesgos que cada uno enfrenta. Si no fuese así, nunca hubiéramos aprendido a andar en bicicleta cuando niños, ni habríamos podido conseguir muchos de los logros por los que hoy podemos sentirnos orgullosos como adultos.

Fernando Vega, uno de mis estudiantes, se identifica con tan elevada meta. “Yo me considero ambicioso -comenta-, porque día a día estoy trabajando por ser una mejor persona y construir un buen futuro para todas aquellas personas que son especiales para mí, como lo son mi familia y mis amigos”. Dice estar dispuesto a cargar con tan enorme responsabilidad por ser el mayor de sus hermanos, quienes lo ven como un ejemplo a seguir, sobre todo por provenir ellos de una familia económicamente vulnerable.

En la segunda parte de esta serie proporcionaré más ejemplos de cómo estos jóvenes han sabido ver en Edurne Pasaban un modelo a seguir para alcanzar éxito en la vida.

Emprendedores que nos cambian la vida (parte 12 y final)

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