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Una sociedad entristecida, ansiosa, miedosa y violenta

A las dos de la mañana te despierta el dolor de cabeza y el cuerpo cortado, tu piel se siente caliente; das mil vueltas en la cama, intentas levantarte y una fuerte molestia en el extremo inferior de la columna vertebral te dificulta hacerlo; entonces te das cuenta de que, de una u otra forma, la habías venido librando, pero tarde o temprano pasaría.

Te convences de que a primera hora debes ir a hacerte la prueba, ya no puedes conciliar el sueño… las horas transcurren con desesperada lentitud; a las siete de la mañana en punto estás en el laboratorio. ¡Uf, no abren sino hasta las 7:30… de nuevo a esperar! Te la aplican y… ¡de nuevo la espera!

Dos horas y media después recibes el resultado: POSITIVO, así, con mayúsculas y en color rojo.

Te invaden toda clase de sentimientos e ideas mientras avisas a tus familiares, a tu jefe, a compañeros de trabajo y a todos aquellos con quienes tuviste contacto los días anteriores; te preguntas una y otra vez quién diablos te contagió, en qué maldito momento te descuidaste, hasta que te das cuenta que no tiene sentido buscar una respuesta.

Poco después te encuentras entre cuatro paredes, aislada de tu familia y de tus mascotas; recibes mensajes vía celular en los que te recuerdan que solo será una “gripita” y en tres días estarás como si nada porque estás vacunada, mientras el malestar se intensifica y sientes que tu cabeza explotará. Aparece luego una tos seca y estornudos, el dolor de espalda prácticamente imposibilita el ponerte de pie, no puedes beber ni siquiera un trago de agua, menos aún probar bocado; las naúseas te lo impiden, te levantas casi a rastras a vomitar el paracetamol que acabas de tomarte.

Tu comunicación con el exterior se limita a mensajes por el celular, todo lo que necesitas está en una pequeña mesa colocada afuera de la puerta del cuarto en el que te encuentras…

Conforme pasa el tiempo comienzas a desesperarte, tratas de controlarte pero la ansiedad es mucha y no puedes evitar los pensamientos negativos: ¿Y si me agravo?, ¿tendré qué ir a un hospital?, ¿y si termino intubada?, ¿y si me muero?

¡Oh, Dios, el dolor de cabeza no cede; quisieras golpearte contra las paredes!; tu hija te recomienda cerrar las persianas para que la luz no te moleste; el brillo de la pantalla de la computadora en la que intentas seguir trabajando, para no sentir que la enfermedad te ha derrotado, te perfora el cerebro.

Usar el termómetro y el oxímetro se vuelve una obsesión, sobre todo este último; te lo pones cada rato, pero antes inhalas y exhalas despacito, como para modificar una posible falta de oxigenación: 96, 95, 93, 92… y así te la pasas, especialmente durante la noche.

Hasta la semana pasada, habían sido reportados en el mundo alrededor de 550 millones de casos confirmados y ¡más de 6 millones de defunciones por COVID-19!; en el país, según los datos oficiales, más de 6 millones de casos totales y más de 325 mil defunciones; en Querétaro se han registrado más de 145 mil casos y más de 6 mil 700 decesos.

La pesadilla comenzó el 31 de diciembre de 2019, cuando la Comisión Municipal de Salud de Wuhan (Hubei, China) notificó un “conglomerado de casos de neumonía en la ciudad”; después se determinó que habían sido causados por un nuevo coronavirus.

La epidemia fue declarada por la Organización Mundial de la Salud como “emergencia de salud pública de preocupación internacional”, el 30 de enero de 2020; el 11 de marzo fue oficialmente una pandemia.

Y si bien los efectos de la enfermedad han aminorado gracias a la vacunación, el impacto del virus SARS-CoV-2 y sus variantes (se habla ya de la preocupante nueva variante Centauro BA.2.75) en todos los ámbitos marcará a varias generaciones.

…desde la ventana en donde aún estás confinada y totalmente constipada, te preguntas sobre las consecuencias mentales de vivir lo que hemos experimentado y si la pandemia nos transformará en mejores personas… ojalá pudieras decir que sí; sin embargo, te surgen dudas ante todo lo que ves a tu alrededor: una sociedad entristecida, ansiosa, miedosa y violenta.

Francamente ruin…

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