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Competitivos y además competentes (parte 3)

Mi propuesta es simple: cuando hablamos de competencias, competitividad y la necesidad de ser competentes, estamos hablando de una misma cosa. O, para decirlo de otra manera, entre más competencias profesionales desarrolles, más competente serás y podrás competir mejor con individuos de perfil similar al tuyo. No solo abonarás a tu capital humano, sino que, al volverte más versátil, el plus que aportarás a aquellos con quienes te relaciones será aún mayor.

También postulo aquí la idea de que estamos dejando atrás la era de los especialistas para ingresar en la de la transdisciplinariedad, entendida esta como la articulación de varias disciplinas en torno al estudio de un tema específico, con el propósito de generar una nueva parcela de conocimiento, surgida de la superación de los límites de las disciplinas involucradas (Ciesielski, et al., 2017).

Vivir en la globalización supone la capacidad de abordar los retos y problemas sociales, políticos, económicos y medioambientales desde la complejidad. No basta ya con recurrir a un desfile de ingenieros, urbanistas, financieros y sociólogos para atender sus recomendaciones particulares de cómo enfrentar los retos sociales presentes y futuros. Se impone también que estos sepan -y quieran- proponer y escuchar ideas de colegas de diversas disciplinas, para maximizar la efectividad de una respuesta colectiva.

Esto quiere decir que ya no basta con ser un buen economista (por mencionar una profesión): los tiempos exigen un economista que sea también competente en su manera de comunicarse y relacionarse con otros, sin mencionar su capacidad de negociación, manejo de conflictos y toma de decisiones. Y lo mismo aplica para otras profesiones. Por ejemplo, los comunicólogos no solo debemos ser buenos “para el rollo”, sino que deberíamos tener -por lo menos en un nivel básico- nociones de contabilidad, estadística, pensamiento crítico, mercadotecnia y teoría de sistemas si aspiramos a ser tomados en serio en una reunión de planeación o negocios.

No digo que tengamos que convertirnos en generalistas (saber un poco de todo), ya que esto sería poco factible -y además excesivo-, pero sí me queda claro que los especialistas (quienes saben demasiado de algo) son poco aptos para operar en ambientes complejos. Incluso, para irnos a un nivel más elemental, los verbos “saber” o “conocer” ya nos están quedando rabones, pues formamos parte de una época en la que el conocimiento ha dejado de ser monopolio de los “sabelotodos”. Si no, basta con pedirle a cualquier estudiante de primaria o secundaria que googlee cualquier tema para que el chamaco o chamaca se convierta momentáneamente en una enciclopedia.

Por ello he cabildeado en esta serie en favor de la importancia de desarrollar nuevas competencias. Ser competentes en un terreno determinado no nos limita a tener conocimientos de, digamos, técnicas avanzadas de negociación, sino que, en efecto, sepamos negociar exitosamente en la práctica. Si no, ¿de qué serviría un médico general que sea una chucha cuerera en temas clínicos si no es capaz de diagnosticar correctamente un cuadro respiratorio?

(CONTINUARÁ LA PRÓXIMA SEMANA)

Referencias bibliográficas: Timothy Ciesielski, et al. (2017). “Transdisciplinary approaches enhance the production of translational knowledge”. Translational research 182, 123-34.

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