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Hazte cargo

Momentos como el que estamos viviendo nos brindan la inigualable oportunidad de vislumbrar hacia el interior de nuestro ser para hacer un corte de caja en nuestra vida: ¿de qué nos hemos hecho cargo y qué hemos dejado a la deriva? Espero que el siguiente texto -que escribí y publiqué hace 10 años- te resulte de ayuda si decides acometer esta tarea.
“Hazte cargo de cifrar menos tu identidad en lo que tienes y más en lo que eres. De ejercitar tu mente, cuerpo y espíritu para mantenerlos en forma ante las vicisitudes de la vida. De establecer contacto cotidiano con plantas, animales y otros prodigiosos seres de la creación. De que admitir ignorancia no es un síntoma de debilidad y sí de grandeza.
«Hazte cargo de la calidad de tu vida. De tu bienestar y satisfacción personal. De no dejar en el cajón del olvido tus sueños y tus ambiciones. De serle fiel a tu propia verdad, al tiempo que honras y reconoces la verdad de los otros, sin perder de vista el sendero que conduce a la verdad eterna.
«Hazte cargo de procurar la sabiduría, de callar cuando sea más oportuno guardar silencio y de decir ya basta cuando resulte necesario marcarle el alto a quien haya que marcárselo. De honrar a aquellos que son menos privilegiados que tú en esta vida. De no perder la capacidad de conmoverte ante el diario acontecer de la existencia.
«Hazte cargo de aprender a reír con abandono cada vez que sientas la tentación de juzgar o juzgarte. De reconocer que una queja no es sino el berrinche improductivo cuando las cosas no salen a tu modo. De siempre dar sin esperar algo a cambio. De indagar qué esperan los demás de ti sin dejar de hacerles ver lo que tú esperas de ellos.
«Hazte cargo de ponerle alto a aquellas relaciones destructivas en tu vida. De compartir lo que posees, sea esto amor, conocimientos, experiencia o bienes materiales. De no dejarte envenenar por envidias o rencores. De no rechazar a uno solo de tus semejantes por pertenecer a la raza, condición social, género, edad o religión ‘equivocada’.
«Hazte cargo de no dejar de asombrarte ante la maravilla indescriptible de los pequeños milagros de la vida diaria. De tener la humildad de reconocer cuando estás equivocado. De confiar en tus fortalezas sin dejar de reconocer tus debilidades.
«Hazte cargo de nunca dejar de hacer aquello que le da sentido a tu vida, por pequeño que sea. De ufanarte con sencillez de tus éxitos y mostrarte dispuesto a aprender con humildad de tus fracasos. De dejar profunda huella en aquellos que hayan tenido la fortuna de cruzarse en tu camino. De admirar por igual el entusiasmo y frescura de los jóvenes y la sabiduría y grandeza de los viejos.
«Hazte cargo de decidir qué rol quieres jugar en la puesta en escena de tu vida: ¿villano, víctima o héroe protagonista? De pedir ayuda cada vez que la necesites. De darte cuenta de que si te quieres a ti mismo te resultará más fácil abrir tus brazos a otros. De definir cómo te gustaría ser recordado: ¿con admiración y respeto o con resentimientos y encono?
«Hazte cargo, pues, de agarrar al toro por los cuernos y enfrentar con decisión los retos que ahora se te presentan. De agradecer con humildad lo que tienes y, sobre todo, de valorar las infinitas posibilidades que el Universo amoroso pone ahora en tus manos”.

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