El uso de productos a base de dióxido de cloro, clorito de sodio o sus derivados, así como la presentación denominada Solución Mineral Milagrosa (SMM, MMS o CDS), se ha estado comercializando de manera ilegal para la prevención y el tratamiento de diversas enfermedades entre ellas, cáncer y Covid-19; esto ha alertado a diversas instituciones y autoridades quienes encuentran en esta práctica un alto riesgo.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por su sigla en inglés) y ahora la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris) han levantado la voz para prevenir sobre los efectos adversos en la salud de las personas que consumen esta sustancia.
“Si está consumiendo o le están administrando algún producto derivado del dióxido de cloro, suspenda inmediatamente su uso”, solicitó la Cofepris, además pidió que se levante la denuncia sanitaria en caso de que algún establecimiento de atención médica ofrezca este producto como alternativa en el tratamiento de cualquier enfermedad.
En entrevista para El Economista, el doctor Rodrigo Patiño, químico investigador del Cinvestav unidad Mérida y miembro de la RedMPC, asegura que la información que se vierte en redes sociales es un arma de dos filos, porque por un lado hay mucha información, lo que hace difícil distinguir los datos verídicos a información con características de engaño o falsedad. “Como en esta área no hay un control y cada uno puede poner lo que quiere, puede confundir”. Ante este panorama el especialista se dio a la tarea de investigar sobre el tema.
El dióxido de cloro en general se usa en la industria del papel para el blanqueamiento, con este fin se han analizado sus riesgos y toxicidad, para saber el nivel de manipulación para este tipo de industria y para la fabricación del mismo dióxido de cloro. También se ha promovido su uso como antiséptico, para eliminar bacterias, hongos, virus, y el principio es el mismo que cuando usamos jabón, alcohol o algún otro desinfectante; en otros lugares se ha utilizado en dosis muy pequeñas en el agua, para desinfectar y potabilizar; “sí hay antecedentes que pueden inducir a pensar que pudiera ser también un buen agente para desactivar el virus que causa el Covid-19, pero el principio de uso es diferente y la gente ahora lo está tomando sin medir las concentraciones y consecuencias”.
En este sentido dijo que hay dos opciones, que sean concentraciones tan bajas como para no causar un daño grave en el organismo y que mate algunos patógenos, o que, al no haber un control ni médico, ni de producción o venta, la gente puede tomar dosis inadecuadas y tener un grado de intoxicación.
Por su parte el doctor Carlos Rius Alonso, académico de la Facultad de Química de la UNAM, compartió que su uso para eliminar virus y bacterias se basa en estudios realizados en la década de 1980 y alertó sobre los efectos adversos a la salud, como cambios en la actividad eléctrica del corazón, que puede llevar a ritmos cardíacos anormales, así como baja presión arterial; insuficiencia hepática aguda, vómitos y diarreas severas; estas reacciones dependerán de la cantidad de sustancia ingerida.
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