En las últimas décadas, el cansancio pareciera ser sinónimo de productividad y hablar de hacer una pausa para descansar se ha convertido en un tema tabú.
Lamentablemente, el cansancio no es solo una señal de que físicamente estamos exhaustos, sino un síntoma de algo más profundo. Por lo anterior, desde diversas disciplinas como la medicina, la psicología e incluso desde el terreno literario, se ha planteado una revisión urgente del descanso, para tomarlo como una necesidad estructural. Para ello es imperante conocer las formas del descanso.
En primer lugar, hay que redefinir el descanso, contemplando que no solo se trata de dormir un poco. Según Saundra Dalton-Smith, existen al menos siete tipos de descanso: físico, mental, emocional, social, sensorial, creativo y espiritual, y aprender a diferenciarlos nos permite identificar cuáles son las carencias que no se resuelven solo con dormir y que requieren pasar por otras formas de restauración. La propuesta de Dalton-Smith es poder realizar una evaluación personalizada que permita identificar qué tipo de descanso nos está faltando.
Por otra parte, expertos recomiendan romper con la idea de que el agotamiento es normal y que es signo de una condición de éxito, y comprender que el cansancio es una amenaza para el rendimiento.
La idea de que descansar significa fallar no solo afecta la salud mental, sino que arriesga la calidad de la labor que se realiza y provoca errores, decisiones impulsivas y desconexión creativa.
Según Dalton-Smith, el descanso no debe ser una cuestión improvisada, sino una actividad que se debe planificar, debido a que los momentos de descanso o inactividad son más eficaces cuando están protegidos dentro una rutina diaria.
Esto implica hacer uso consciente de los tiempos que te pueden servir para desconectarte del entorno laboral y recuperar energía, ya que hasta momentos breves pueden ser suficientes para mantener o alcanzar el equilibrio funcional si se viven como pausas verdaderas.
Hacer una pausa en ciertos periodos y revalorizar los tiempos de inactividad también funciona de manera efectiva para recuperar energía. El llamado “descanso deliberado”, término fundamentado en la neurociencia, es una forma activa de recuperación que facilita la creatividad, la concentración y la toma de decisiones.
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