Ante los bajos niveles de las presas, el reciclaje de agua empleadas en empresas y viviendas se ha convertido en una opción para enfrentar los efectos de la sequía
La falta de lluvia ha provocado que las presas de Querétaro se encuentren apenas a 11 por ciento de su capacidad, según la Comisión Nacional del Agua (Conagua). La solución a esta escasez es instrumentar un avanzado sistema de reciclaje del líquido vital.
Esto, de acuerdo con Enrique Uribarren Castro, presidente del Observatorio Ciudadano para la Protección Ambiental de Querétaro, AC, quien explica la manera en que podría hacerse realidad este proyecto.
“A mediano plazo, entre cinco y 10 años, una alternativa interesante es recolectar las aguas que hemos utilizado en casas y empresas para darles un tratamiento”, comenta.
El primer paso entonces sería llevar el agua de desecho de los habitantes de Querétaro a plantas de tratamiento, donde se le quitarían los contaminantes como grasas y materia fecal.
“Una vez cumplido con este proceso, el agua se conduciría hacia la presa El Batán, por ejemplo, donde sería vertida y almacenada”.
Proceso de tratamiento
Luego esa agua se extraería y llevaría a las plantas potabilizadoras, donde recibiría un tratamiento de última generación que, según Uribarren Castro, incluiría ósmosis inversa, rayos ultravioleta y microfiltración, para nuevamente lograr que fuera apta para el consumo humano.
“Finalmente se tendría que inyectar esa agua al acuaférico que existe en la Zona Metropolitana de Querétaro, para ser otra vez distribuida en los domicilios”.
A corto plazo (en este año), según Uribarren, la única solución sería que hubiera precipitaciones pluviales copiosas, lo cual permitiría recobrar el nivel de almacenamiento de las presas. No obstante, esta situación depende solamente de la naturaleza.
“Mientras que a largo plazo la solución sería reforestar las partes altas de las cuencas donde se encuentran las presas, porque los bosques, al generar humedad y luego nubes, favorecen las lluvias, con las que aumentaría el nivel de las presas”.
Esta última solución implica no solamente la actuación de la naturaleza, sino también del ser humano, que tendría que hacer las labores de reforestación; sin embargo, los resultados se empezarían a ver en 25 o 30 años, estima este especialista.
