Elías Jiménez Torres narró algunas de las experiencias que ha tenido como velador del panteón municipal de Querétaro, pues, además de mantener limpios los pasillos del camposanto, realiza rondines en el perímetro y al interior, con cuatro perros que lo acompañan
El horario regular del panteón municipal de Querétaro es de las 8:00 a las 15:00 horas, sin embargo, la actividad que se registra en su interior no termina a la hora de cierre.
Por ejemplo, el llanto de una niña se escucha en la zona donde se encuentra ubicado el baño público de mujeres; así lo aseguró Elías Jiménez Torres, de 53 años y velador del panteón desde hace cinco, quien tiene una jornada laboral de 24 horas por 48 de descanso.
“Al principio sentía temor y se siente algo raro, como si alguien te estuviera viendo, más cuando pasas por algunas zonas. Conforme pasa el tiempo, te vas adaptando al trabajo. En la noche escuché el llanto de la niña y salí porque pensé que era algún familiar de las funerarias que están frente al panteón, pero no vi nada. Regresé a la oficina y siguieron los llantos como un minuto”, dijo.
Además de mantener limpios los pasillos del camposanto, Jiménez Torres realiza rondines en el perímetro y al interior del panteón con cuatro perros que lo acompañan.
“No me lo van a creer, pero los perros siempre se paran en un árbol de Jacaranda y empiezan a ladrar muy fuerte. La primera vez pensé que habían visto un gato, pero nunca hay nada”, narró.
Sin embargo, confirmó que este tipo de situaciones no son las únicas que se viven en el panteón, sino que también hay personas que dejan muñecos de cera con alfileres o, en la noche, avientan gallinas muertas dentro de bolsas negras.
Asimismo enfatizó que hay personas alcoholizadas que se esconden en el panteón para quedarse a dormir y él tiene que pedirles que abandonen el lugar.
En este sentido, hizo un llamado a la ciudadanía para que respete las instalaciones del panteón.
“A mí me dice la gente que no trabajaría por ningún sueldo aquí de noche, pero es mi sustento y, de por sí, alguien tiene que hacer el trabajo. Lo que más encontramos aquí son cosas de brujería, las dejan en la puerta o entran y las dejan en los árboles. Las recogemos con las palas y las tiramos a la basura”, añadió.