La bandera pasó de ser azul, a guinda…

En medio de la tensión con los Estados Unidos por las amenazas de Donald Trump sobre los aranceles, los hallazgos en el rancho Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco, parece ser una de las pruebas más fuertes que ha enfrentado la presidenta Claudia Sheinbaum, a seis meses de haber iniciado su administración.

“En mi gobierno no habrá construcción oscura de verdades históricas, nunca; desde el gobierno no se tolerará la construcción de verdades a medias o falsedades”, aseveró.

Pero, lo que ha podido apreciarse -quizá por el costo político que esto podría implicar para ella y en general para la 4T- es un enorme empeño en sí construir una verdad en la que no aparezca el termino “campo de exterminio”, sino solo el de “centro de entrenamiento” del crimen organizado… aunque ahí, según el testimonio de un detenido, narrado por el propio secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, golpeaban, torturaban y privaban de la vida a quienes se resistían a recibir adiestramiento o intentaban escapar.

La línea discursiva ha sido que quienes sostienen esto, son grupos de la oposición, calderonistas hipócritas y carroñeros que fingen estar dolidos por la situación de desaparición, cuando en realidad son parte de una campaña en contra del gobierno que ha recurrido a los bots para generar una narrativa que intoxica la conversación; y, a su vez, ataca a la presidenta y a su gobierno, así como a López Obrador.

Y para difundirla, han recurrido a “youtuberos” y periodistas fieles al régimen, lo cual quedó evidenciado la semana pasada en las mañaneras donde -en nado sincronizado- estos expresaron que en ese rancho no había hornos crematorios: “Fuimos a ver si realmente existían estas cámaras de gases o estos hornos de cremación para ver si realmente es equiparable con lo que ocurrió en la Alemania nazi. No existen, no hay evidencia de ello”, Nancy Flores; “Utilizar el holocausto, una de las mayores tragedias de la humanidad, para hacerlo en un contraste con fines políticos, no solamente es vil, es un recurso que últimamente se está utilizando más en México”, Manuel Pedrero; “No había estos como grandes hornos crematorios al estilo Auschwitz(…) No había tampoco, por ejemplo, esta especie de hornos como de ladrillo”, César Huerta; “En nuestro recorrido no identificamos algún punto en el que hubiera habido algún fuego, en el que se hubiera detectado algún signo de calcinamiento, que hubiera algún horno, algún crematorio”, Ulises Soriano.

Así las cosas, ¿cómo no recordar la forma en la que López Obrador se refería al Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia, que más de 700 medios de comunicación en el país firmaron el 24 de marzo del 2011, durante el sexenio de Felipe Calderón?

“Llegaron a un acuerdo cuando estaba la violencia hasta las nubes, y entonces los llamaron a todos los dueños de medios de manipulación, conductores famosos, ¿y para qué creen que fue la reunión? Para que no hablaran de violencia, y estos que ahora gritan como pregoneros, en ese entonces callaron como momias”, dijo.

A catorce años de aquella firma, el panorama expuesto en el documento para justificar su expedición, lamentablemente no ha cambiado: “México vive una situación sin precedentes por los niveles y las formas que ha adoptado la violencia que proviene de la delincuencia organizada. Esta situación ha puesto a prueba la capacidad del Estado para combatir a los grupos que han hecho del terror su modo de operar. El poder intimidatorio y corruptor criminal se ha convertido en una amenaza a las instituciones y prácticas que sustentan nuestra vida democrática”.

…Y el nado sincronizado continúa… la diferencia es que la bandera pasó de ser azul, a guinda.

La carretera de la impunidad…