El hoy expresidente López Obrador no mintió cuando hablaba de que había una prensa conservadora que lo atacaba permanentemente.
Pero, fiel a su estilo, exageró, generalizó, mintió y prefirió ofender y denostar a cualquier periodista que, desde su estrecha visión, estuviese en contra de su movimiento.
López Obrador hizo bien al reducir el dispendio en el gasto publicitario que históricamente beneficiaba a los dueños de las empresas de medios que siempre tienen otros negocios. Esos empresarios mercenarios que negociaban privilegios a cambio de “no golpear” al gobierno en turno.
Ese fue un acierto, pero a medias, porque las grandes televisoras siguieron acaparando los mayores porcentajes de esa publicidad.
Los de siempre (“Reforma”, “El Universal”, “El Financiero”, la cadena de los soles) vieron reducidos sus ingresos, pero nunca estuvieron fuera.
En cambio, “La Jornada” y “Milenio” se convirtieron en los medios “ganones”, con jugosos convenios publicitarios tanto del gobierno federal como de gobiernos estatales pintados de guinda. Claro que sus periodistas siguen ganando lo mismo.
El hoy expresidente impuso una concentración de medios públicos controlados por sus jefes de propaganda. A través del Sistema Público de Radiodifusión (el SPR), alineó a todos los medios públicos federales y de los estados morenistas para que reprodujeran el mensaje institucional, las loas y la defensa a ultranza del hombre en el poder; dejaron de hacer periodismo para hacer propaganda.
Destrozaron los noticiarios del Instituto Mexicano de la Radio, de Canal 11 y de Canal 22 para convertirlos en receptáculo de comunicados de prensa, mientras impuso la transmisión en directo, a través de señales públicas, del evento matutino desde Palacio Nacional.
Hasta las emisoras estatales como Mexiquense Radio tuvieron que aceptar ceder tres horas de su tiempo aire para servir a los intereses de la propaganda gubernamental.
En seis años, López Obrador conformó un séquito de sedicentes periodistas para que lo adularan, le hicieran preguntas a modo, dictadas desde la Coordinación de Comunicación Social y Vocería de la Presidencia, le atajaran temas incómodos de periodistas profesionales y hasta les dio contratos de publicidad que, como dice el propio tabasqueño, “no son ilegales, pero son inmorales”.
Así fue la relación del presidente con medios y periodistas durante estos casi seis años de gobierno.
“Soy el presidente más atacado por la prensa, más incluso que Francisco Madero”, se lamentó permanentemente, sin presentar evidencias y con la salvedad de que es imposible comparar el periodismo de principios del siglo 20 con el contemporáneo.
Él, que tanto gusta de la historia, como siempre, la cuenta a su conveniencia.
Este saldo se lo hereda a la hoy presidenta y veremos qué tanto cambiará esta relación, partiendo de que a Claudia Sheinbaum nunca le han gustado los medios.
PD. De pena ajena, pero a nadie sorprendió. Ese grupo de sedicentes periodistas dio otro lamentable espectáculo: fieles a su estilo, al haber participado en una rifa de un reloj usado que, a decir del exdueño, costó unos 2 mil 500 pesos. Así miden su precio.
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*Periodista, autor del “Manual de Autoprotección para Periodistas” y de la “Guía de buenas prácticas para la cobertura informativa sobre violencia”. Conduce el programa “Periodismo hoy”, que se transmite los martes a las 13:05 h, por Radio Educación.