La novelista Margaret Atwood, autora de “El cuento de la criada”, es también una consumada poetisa. Uno de sus versos captura a la perfección la magia del amor romántico: “Existo en dos lugares: aquí y donde quiera que tú estés”. Y, sin embargo, cuando el sentimiento intenso se desvanece, vienen los lamentos. Shannon Alder, otra autora, lo expresa de esta manera: “Si tuviste que dejar ir al ser amado, siempre habrá una pequeña parte de ti que susurre: ¿qué es lo que querías y por qué no luchaste por ello?”.
En entregas previas presenté seis de los nueve hábitos que contribuyen al rompimiento de una relación romántica, identificados por Jean-Claude Chalmet, un afamado terapeuta de parejas. Estos son: a) Burla y desprecio, b) desaprobación y crítica, c) aplicar la “ley del hielo”, d) hacer menos al otro, e) falta de confianza emocional, y f) deterioro comunicativo . Procedo a abordar los restantes.
DISMINUCIÓN DEL CONTACTO FÍSICO. El séptimo hábito destructivo se manifiesta por la ausencia de las caricias y arrumacos que solían abundar en las primeras etapas de la relación. Tal vez uno de los dos aún quisiera manifestarlos, pero se abstiene de hacerlo por miedo a un posible rechazo. Si este es el caso, Chalmet aconseja hacerle ver la inquietud a la pareja: “¿Te puedo compartir algo? Ganas no me faltan de expresarte más seguido mi afecto, pero temo hacerte sentir incómoda”. De acuerdo con el terapeuta, la frecuente pero inesperada respuesta es: “¿De veras?, me pasa lo mismo, gracias por decírmelo, echémosle ganas”.
MUCHAS QUEJAS, ESCASO RECONOCIMIENTO. En parejas en las que existe un alejamiento son moneda corriente la queja constante y el nulo agradecimiento. De acuerdo con Chalmet, cuando esto sucede, los reclamos llegan disfrazados de comentarios aparentemente inocentes: “Me dice Lupita que el compadre a veces le tiene su cafecito preparado cuando ella sale al trabajo. ¡Suertuda, la comadre!”, o: “Cómo echo de menos los tiempos en que me decías: ‘Ponte a empacar, amorcito, porque nos vamos a Tequis el fin de semana’”.
Las quejas, indirectas o no, acaban por abrumar al cónyuge, haciéndolo sentir que lo que él o ella haga nunca será suficiente. De ahí la conveniencia de cambiar los reclamos de uno para el otro por muestras de gratitud. Semejante acción contribuirá a diluir negatividad recurrente. Sin dejar de reconocer que puedan existir motivos válidos para expresar insatisfacción, es saludable expresar también el reconocimiento, pues a nadie le quita nada hacerlo.
NEGARSE A ACEPTAR CULPAS. El noveno y último de los hábitos nocivos en una relación de pareja consiste en negarse a tomar responsabilidad por las faltas cometidas. No solo es este un síntoma de inmadurez, sino que resulta insultante para la pareja recibir un “¿y qué querías que hiciera?” cuando se le presenta evidencia de la transgresión.
Cuando esto suceda, Chalmet sugiere establecer un plazo para recibir una respuesta satisfactoria en vez de dejar morir la conversación: “Tengo la impresión de que estás tratando de evadir el tema. OK, hagamos una cosa: te sugiero que retomemos esta conversación mañana, cuando nos encontremos más dispuestos a hacernos cargo de lo que a cada quien le corresponda”.
La próxima semana abordaré algunas recomendaciones de otros expertos para rescatar una relación deteriorada.
Referencia bibliográfica: Maxted, A. (2024). “Are you a sulker, a critic or a nag? The 9 bad habits that ruin relationships”. The Times (Londres). Edición del 23 de agosto.