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septiembre 15, 2024

Esa vocecita dentro de tu cabeza (parte 5)

Como he argumentado en esta serie, la voz interior de aquellas personas que ven de manera positiva la vida es su más poderoso aliado: les “echa porras” cuando realizan una buena acción y las acompaña en las tareas cotidianas: “No olvides que el sábado es cumpleaños de tu ahijado Miguel; tienes que buscarle un regalito”, o “¿has considerado tu bienestar interior en la importante decisión que estás por tomar?”.

Por el contrario, la vocecita de aquellos que ven el mundo como un lugar a donde se viene a sufrir y llorar, avivará en ellos la llama de la desvalorización personal y el encono: “¡Cuánta razón tenía tu padre cuando te decía que eras un bueno para nada!”, o “¿quién se cree este envidioso, haciéndote quedar mal ante el cliente?, ¿de verdad te vas a quedar cruzado de brazos viendo cómo te humilla?”.

En su libro “Negative self-talk and how to change it” (“La voz interior negativa y cómo cambiarla”, 2019), Shad Helmstetter, un especialista en crecimiento personal, explica que el diálogo interno negativo entra en escena cuando lo que uno dice o piensa: a) se enfoca en lo que está mal en vez de lo mucho que sí sale bien, b) refuerza nuestros miedos y subvalora nuestras fortalezas, c) percibe la realidad como un cúmulo de problemas y no como un espacio de posibilidades, d) pone límites arbitrarios a aquello que uno es capaz de emprender.

Si pudiésemos escuchar la voz interior de aquellos que construyen su realidad de dicha manera, escucharíamos frases como las siguientes: “esto no va a funcionar”, “va a ser uno de esos días para el olvido”, “ni siquiera vale la pena intentarlo”, “siempre me ha seguido la mala suerte”, “si por lo menos fuera capaz de hacerlo”, “solo era cuestión de tiempo para que pasara algo así”, “qué fácil para otros decirlo, ¡si supieran lo complicado que resulta!”, “no soporto un minuto más a mis parientes, ¡me merezco unos mejores!”, “¡es que soy tan desorganizada!”, “de seguro esta serie de Netflix va a ser una porquería, no sé qué le ven los demás”, “¡si al menos tuviera la paciencia!”, “¿por quién me toma este imbécil?, se ve que no me conoce”, “qué más quisiera, ¡nunca tengo tiempo!”, “no hay manera, de verdad me resulta imposible”.

Como hemos podido constatar, el diálogo interior negativo se encuentra plagado de animadversión, inseguridades y temores. Quien piensa de esta manera está convencido de que arriesgarse a cambiar el estado de cosas equivaldría a abrir la caja de Pandora a las calamidades.

En este sentido, Ian Tuhovsky, autor del libro “The science of self talk” (“La ciencia del diálogo interior”, 2018), plantea que la voz interna negativa se encuentra asociada a estados emocionales dañinos, tales como la ansiedad, la depresión, el desamparo y la sensación de impotencia.

Por si fuera poco, la voz negativa interna suele venir acompañada de distorsiones cognitivas como las siguientes: CATASTROFISMO (percibir las situaciones negativas como si fueran peores de lo que son), PERSONALIZACIÓN (tomar como afrenta personal acciones de terceras personas que en realidad nada tienen que ver con uno), CULPABILIZAR (culparme, o culpar a otros, de cosas que de cualquier forma hubiesen ocurrido), FILTRAR HACIA LO NEGATIVO (centrarse en las carencias de situaciones que también tienen su lado positivo), GENERALIZAR DEMASIADO (pensar que, por uno o dos errores cometidos, las cosas “nunca me salen bien”).

(Continuará la próxima semana)

Esa vocecita dentro de tu cabeza (parte 4)

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