free contador
domingo, junio 1, 2025
    GURÚESEl arte, aliado incómodo de la conciencia (parte 1)

    El arte, aliado incómodo de la conciencia (parte 1)

    Toomaj Salehi, un rapero iraní, se atrevió a increpar así al gobierno de su país en una de sus canciones: “¿No crees que nos has sofocado y **gido lo suficiente?”. Cualquiera diría que darse el valor de desafiar así a una élite tiránica y represiva como la de esa nación islámica equivaldría a firmar su sentencia de muerte. Salehi, quien languidece ya en una prisión, en efecto ha sido condenado a morir en la horca, de acuerdo con una nota difundida ayer por “The Times” de Londres.

    La reacción de la ONU no se ha hecho esperar y ha urgido al gobierno iraní a respetar la vida y la dignidad del osado músico. “Nos alarma la imposición de la sentencia de muerte y el maltrato infligido al señor Salehi -señala la misiva enviada- por haber ejercido su derecho a la expresión artística y creativa. Por duras que le parezcan al gobierno sus canciones, estas son una manifestación de su libertad artística y sus derechos culturales”.

    El predicamento por el que pasa este joven talento es solo un episodio más en los repetidos intentos de los poderes fácticos por silenciar aquellas manifestaciones del arte que ponen en tela de duda su autoridad y su legitimidad, por lo demás frecuentemente espurias.

    Defino aquí el arte como un aliado incómodo de la conciencia porque eso es lo que, de hecho, ha sido desde la noche de los tiempos. Si bien es un instrumento ideal para hacer resonar la conciencia, también es cierto que,  en aras de cumplir su desinteresado cometido, ha sido vilipendiado una y otra vez por los personeros del estatus quo, quienes no pueden evitar exhibir su vulnerabilidad ante su amplio poder de convocatoria.

    Otro ejemplo de la impune obliteración de la acción libre y creadora por los detentadores del poder: el viernes pasado, Ghufran Sawadi, una popular creadora de contenido en las redes sociales, fue acribillada a tiros por un hombre cuando salía de su casa en Bagdad. Sawadi había sido sentenciada a seis meses de prisión por producir y difundir videos y películas que contenían “lenguaje obsceno e indecente, violando así la decencia y la moral públicas”, a decir de las autoridades iraquíes, un país también gobernado, por cierto, por un régimen autoritario.

    Farida Shaheed, relator del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, advierte sobre estos criminales juegos de poder: “Los efectos de la censura artística y las injustificables restricciones al derecho a la libertad de expresión y la creatividad artística son devastadores… Privan a los artistas de sus medios de expresión y sustento, [y] crean un ambiente inseguro para aquellos dedicados a las artes y sus públicos” (Kennedy y Coulter, p. 1).

    Así pues, cuando afirmo que el arte es el aliado incómodo de la conciencia, me refiero en parte a la conciencia social del artista. Es el caso de Ai Weiwei, un artista visual chino, quien en 2011 pasó varias semanas en prisión por denunciar la violación de los derechos humanos por parte del gobierno de Pekín. Se ha distinguido también por su labor en defensa de los refugiados y los migrantes. “Como artista -declaró-, no puedo dejar de relacionarme con las luchas de la humanidad… Nunca me permito separar dichas situaciones de mi arte” (An y Cerasi, p. 193).

    (Continuará la semana entrante)

    Referencias bibliográficas: Kennedy, R. & Coulter, R. (compiladoras) (2018). Censoring art: Silencing the artwork. I. B. Tauris: Londres y Nueva York. An, K. & Cerasi, J. (2017). Who’s afraid of contemporary art? Londres: Thames & Hudson.

    Lobos con piel de oveja (parte 2 y última)

    Edición del Día

    Mantente informado

    Suscríbete a nuestro newsletter y recibe las últimas noticias gratis.

    Más contenido

    Más noticias