El judoca queretano comenzará a participar en la división de los -81 kilogramos, en la que buscará llegar a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles
El judoca queretano Gilberto Cardoso ha rozado la gloria, pero también ha tenido que enfrentarse a la derrota y ver cómo una lesión acabó con sus sueños de acudir a unos Juegos Olímpicos o cómo sus aspiraciones por la medalla de oro en Juegos Panamericanos Santiago 2023 se vieron reflejadas en un bronce, pues en un deporte como el judo, “se pierde más de lo que se gana”, menciona para “Códigoqro”.
“Siempre vamos por el oro, pero hay muchas circunstancias que afectan el desempeño y resultado. (En Panamericanos) no me quedé con la espinita, yo di todo a morir”, menciona Cardoso, quien el día decisivo se encontraba cansado: “No sé si por la carga de trabajo, el viaje o la bajada de peso, no me sentía en mi mejor momento, pero mentalmente tenía que estar lo mejor posible”.
En Santiago, Cardoso perdió su primer combate ante el brasileño Gabriel Falcao, pero se recuperó en el repechaje al vencer por ippon al cubano Magdiel Estrada, para después quedarse con el bronce en la categoría de los -73 kilogramos, tras vencer en punto de oro al colombiano Andrés Felipe Sandoval.
“Así me sintiera cansado y mis manos no pudieran, el corazón y la mente iban a sacar el cobre. Fui resolviendo pelea por pelea, al final, perdí en cuartos de final, empecé a pelear el repechaje contra el cubano, que es un rival muy fuerte, y le gané. El bronce, fueron casi ocho minutos de pelea, casi cuatro minutos de punto de oro, estaba cansado, pero en mi mente sabía a lo que iba, lo que quería, y la única manera en que saliera de ahí era en camilla… ¿Sabes?, no me pasó por la mente rendirme, por eso estoy orgulloso y feliz conmigo mismo”.
La medalla cumplió el sueño de obtener una presea continental y fue la tercera de las seis que obtuvo la delegación queretana en esos juegos.
Aprender a soltar las derrotas
El judo es un arte marcial japonés que se centra en los derribos y las técnicas de agarre para someter a los rivales, en los que la forma física, la disciplina mental y la deportividad son claves para lograr el triunfo.
Los combates tienen una duración de cuatro minutos en las rondas clasificatorias y, en semifinales y final, cinco minutos. En caso de prolongarse a un periodo adicional llamado Golden Score (punto de oro), el primer competidor que consiga un punto o reciba una penalización pierde el combate.
“Todo el trabajo mental y la psicología es a veces más pesado y más fuerte que el trabajo físico, por ello tenemos que estar conscientes de que en el judo se pierde más de lo que se gana, tenemos que entender que las derrotas son parte del proceso y parte del camino; tenemos que aprender a soltar las derrotas y sacar lo mejor de ello para poder mejorar y hacer una mejor pelea en los siguientes torneos”.
En los Panamericanos, cuando se enfrentó al colombiano por el bronce, Cardoso tenía claro que iba a ganar el que tuviera “más resistencia al dolor o el que lo quiera más; nunca me ha pasado por la mente el dejarme vencer, mi mente sí llega a estar cansada, ya no tengo aire, ya mis brazos ya no los puedo ni levantar, pero no me voy a rendir; si me ganan, me tienen que tirar, me tengo que desmayar para dejar de pelear… Rendirme no es opción”.
“Yo quiero practicar judo”
Gilberto conoció el deporte por su papá y tíos, quienes lo practicaban de niños.
“Inicié en el deporte por ahí de 2010 o 2011, hubo un torneo nacional en el auditorio Arteaga y fuimos a verlo, me gustó mucho y dije: ‘Yo quiero practicar judo’”.
Gilberto acudía a entrenar dos o tres veces por semana, “lo veía como un ‘hobbie’”, pero tras un año de practicarlo decidió enfocarse totalmente al deporte. Con su talento y trabajo fue llamado a la selección nacional y se integró a los entrenamientos en la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), lugar en el que los atletas se enfocan en los entrenamientos y competencias, y donde su mente está única y exclusivamente dedicada al deporte.
El atleta de 25 años se describe como fuerte y con gran disciplina, pues no falta a entrenar y, en caso de hacerlo, después compensa ese tiempo: “No me hago menso, entreno duro por horas y horas, y no me cuesta, al contrario, es un placer para mí estar haciendo esto”, señala el deportista, que ha sacrificado su niñez, adolescencia y años de no estar en su casa, de ver a su familia solo por videollamadas, que nunca para y que, si se lesiona, no descansa, sino que vuelve a entrenar hasta recuperarse, además de sobrellevar otras áreas, como la escuela y el trabajo.
“¿Sabes?, me gusta hacerlo, me apasiona mucho esta vida, dedicarme a entrenar, viajar, competir es mi vida, me encanta y creo que por eso no podría decir que sacrifico tanto, porque estoy haciendo lo que me gusta”.
El subir al podio para los atletas es un sentimiento indescriptible y adictivo, para lo que se han preparado toda su vida.
“Cuando te nombran como primer lugar, tocan el himno, ves tu bandera en lo alto, es realmente muy gratificante, es un momento en el que sabes que todo valió la pena”.
París, los juegos que no pudieron ser
Cardoso tiene una aspiración a largo plazo y son los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, para lo cual debe comenzar a buscar entrar al ‘ránking’ de su nueva categoría, los -81 kilogramos.
París ya quedó en el pasado, pero los juegos eran una realidad hasta que se lesionó. “En su momento lloré mucho, porque sabía que no era una lesión ligera, veía mi mano y estaba hinchadísima, no podía cerrar el puño, no podía dormir, lavarme los dientes, abrir una botella, una puerta, ni siquiera dar la mano, porque me dolía hasta el alma”.
El esguince llegó en el ciclo competitivo rumbo a París 2024, provocando que Cardoso se perdiera competencias como Grand Slam Bakú, el Grand Slam Tashkent, el Grand Prix de Austria y el Grand Slam Dushanbe, por lo que, al no sumar puntos, se empezó a relegar y frustrarse, acudió con su psicóloga, sus amigos, pero “la carga emocional era muy dura, hice lo que pude esos dos o tres meses”, pero dicha situación se juntó con que se le retiró el apoyo al queretano para las últimas competencias.
“Las últimas competencias las pagué yo, no quería pensar después en lo que pudo haber pasado; si no iba a clasificar, al menos, no me quedaría con esa duda, fue por eso que me pagué las competencias, hice lo mejor que pude. Al final no se pudo hacer en tres competencias lo que debería haber hecho en medio año, pero no me quede con ese sabor de boca de lo que pudo haber sido”.