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¡Supermamás!

Enfermera, doctora, psicóloga, chef, chofer, administradora… Mamá siempre está pendiente de todo y brindando su amor incondicional, y, a pesar de tener que cumplir con sus labores profesionales, su trabajo más importante siempre será ser mamá de tiempo completo

En México, millones de mujeres combinan su trabajo con la maternidad, teniendo que hacer un esfuerzo mayor para atender a sus hijos sin dejar de lado sus propios sueños, algo que no sería posible sin una red de apoyo conformada por su familia, sus parejas, sus amigos y sus compañeros de trabajo.

Este Día de las Madres, Susana, Janet y Kelly compartieron con “Códigoqro” cómo han combinado dos de las cosas más importantes de su vida: sus hijos y su trabajo, que se ha convertido en su gran pasión.

Pionera en su labor

Lilia Susana Álvarez tiene tres hijos: Juan Pablo, Daniel y Ángel Rodolfo, y lleva más de 15 años laborando en Bomberos de Querétaro, siendo una de las primeras mujeres en enlistarse en la corporación, enseñándoles a sus hijos que los sueños se pueden cumplir.

“Yo entré a la academia de bomberos en 2006, empecé como voluntario de 2007 a 2010, de 2010 a la actualidad estoy aquí de base; duré 11 años en operativo y ahorita llevo tres años en administrativo. Por causas del destino me tuve que salir de la operatividad de las emergencias (…) mi labor es administrar equipos, insumos, consumibles. Mi vida siempre estuvo apegada al apoyo al prójimo, empecé como auxiliar de enfermería, yo estaba en urgencias y veía a mis compañeros que salían en ambulancia y yo decía: ‘Yo quiero andar en ambulancia’; después me di la oportunidad de meterme a Cruz Roja como paramédico y estando ahí veía los camiones y decía: ‘Yo quiero ser bombero’. En ese momento no había la oportunidad de entrar aquí, 60 años fueron solo hombres y cuando lanzan la primera convocatoria de mujeres me inscribí; en esa primera generación ingresamos nueve mujeres, nos quedamos activas siete y, de esas siete, aún estamos tres”.

Como toda madre de familia, su día comienza a las 5:30 de la mañana para prepararse, preparar a su hijo más pequeño para llevarlo a la escuela, entra a trabajar a las ocho de la mañana y comienza con sus labores. A las cuatro de la tarde sale corriendo para pasar por su hijo y llevarlo en la tarde a sus actividades extraescolares.

Con sus hijos más grandes no fue diferente, pues en ese momento ella trabajaba como paramédico, estudiaba y era mamá de tiempo completo.

“Yo entré aquí (a Bomberos) con dos hijos, viví el embarazo de mi tercer hijo aquí y fue muy divertido, mis compañeros se portaron muy bien (…) yo llegaba a mi turno ‘checaba’ mis máquinas: una pipa y un camión, las limpiaba, ‘checaba’ niveles y cuando salía la emergencia, se bajaba el que estaba de guardia en los teléfonos, él se iba a la emergencia y yo me subía a los teléfonos. Todo mundo me apoyó. Vino la lactancia materna y ahí fue lo complicado: en ese entonces no teníamos las mismas condiciones como ahorita, las primeras mujeres no teníamos espacio para nosotras, yo tenía que cargar mis mamilas a las emergencias para sacarme la leche en el camión. En ese tiempo no teníamos las condiciones adecuadas, ahora ya tenemos dormitorios de mujeres, baños de mujeres, un espacio para nosotras”.

“Es bonito haber cumplido el sueño de estar aquí como mujer, porque no era trabajo de mujeres; ahorita ya tenemos una plantilla más amplia de mujeres, el haber estado aquí, ser de las primeras es una gran satisfacción”.

Vocación de servicio

Janet Vanesa Castillo, mamá de Nathan, de 12 años, quien está adscrita a la dirección de atención a víctimas de violencia familiar y de género en la Secretaría de Seguridad Pública Municipal, comparte que desde muy pequeña le llamó la atención ver a los militares en los desfiles y cuando tuvo la oportunidad de entrar a la Policía Municipal no lo dudo; ahora, su mayor satisfacción es saber que su hijo se siente orgulloso de todos sus logros obtenidos.

“Tengo siete años y medio en la corporación y aunque en mi casa casi no hablo de mi trabajo, mi hijo siempre me anima cuando llego y digo que estoy muy cansada (…) le emociona mucho verme en mi trabajo. (…) Me conoce como policía desde que tiene cinco años; él veía pasar una patrulla y decía: ‘Ahí va mi mamá’, él pensaba que yo iba en todas las unidades, me ha llegado a acompañar a algún reconocimiento que me dan y se emociona mucho”.

Aunque el trabajo como oficial de policía tiene horarios largos, Janet menciona que su familia es su red de apoyo más importante, pues su mamá se encarga de su hijo mientras ella trabaja.

“Para un trabajo como este, al ser mamá o papá necesitas tener una red de apoyo muy fuerte y que entienda los tiempos; en mi caso, mi mamá, mi papá, mi hermano me apoyan; yo tengo horarios largos, de 24 horas de trabajo. El día que no estoy, me apoyo de mi mamá, ella se encarga de cuidar a mi hijo, de llevarlo a la escuela y las 48 horas de descanso, lo ocupo para estar con él, llevarlo a la escuela, hacer comida, planchar uniformes, sin descuidar la parte de la profesionalización policial: sigo leyendo, me preparo; si tuve una intervención fuerte, es importante cuidar mi salud mental. Afortunadamente no solo tenemos nuestra red de apoyo en casa, sino también nuestra red de apoyo institucional”.

“Aprendes a valorar todo, hasta sentarte en la mesa a comer con tu familia, dormir en tu cama, llevar a tu hijo a la escuela, recogerlo… Porque cuando yo voy por él, sale contento y me dice: ‘Mamá, qué bueno que viniste tú’. No puedo ir por él todos los días y esas cosas cotidianas, como que le cocino o veo una película, las valoró mucho”.

Un reto lleno de amor

Kelly Pérez Chávez tuvo dos embarazos de alto riesgo: el primero, de su hija Xana, de 16 años, y el segundo, de Itzae, de nueve, quien nació con una discapacidad motriz que le impide valerse por sí misma.

“Desde que nació la tengo en terapia física porque tiene una discapacidad motriz (…) tener un pequeño con discapacidad te eleva costos y te enfrenta a situaciones complicadas como estar todo el tiempo en terapias, que en las escuelas te dicen: ‘No tengo las condiciones para recibirla, ella usa andadera y necesita que alguien la ayude y vigile de que no se vaya a caer o lastimar (…) considero que para niños con discapacidad falta mucho apoyo: la sociedad de entrada los rechaza, yo no busco que tenga prioridad o un trato especial, sino que la incluyan”.

Kelly es administradora y por cuestiones del destino desde antes de su embarazo tuvo la oportunidad de realizar su trabajo a distancia.

“Nunca dejé de trabajar, vivía en la Ciudad de México y por el ritmo tan acelerado me vine a vivir a Querétaro, trabajaba a distancia; en la mañana llevaba a mi hija a terapia y en los ratitos que ella se quedaba en terapia yo trabajaba, o cuando alguien me ayudaba a cuidarla, su papá o su hermana”.

Ahora está cursando la maestría en Administración de Negocios y tiene que combinar los estudios con el trabajo y la atención de sus hijas.

“Quería meterme desde hace mucho tiempo a la maestría, pero no se daban las condiciones hasta que vi esta convocatoria en la Universidad de Las Mujeres y me decidí porque me gusta mucho estudiar, me gusta actualizarme; por mis hijas tengo que estar al día para buscar mejores oportunidades. Ha sido un poco difícil, tengo trabajo, tengo tareas y tengo que estar pendiente de mis hijas. Ando de aquí para allá, a mi otra hija le gusta el futbol y tengo que llevarla también, me ayudó mucho con las otras mamás, nos organizamos y a veces me la llevan, otro día yo las llevo. Yo no tengo familia aquí, entonces, mis amigas son mi familia”.

“Mi mayor satisfacción es ver a mis hijos avanzar, que mi pequeña logre ser independiente”.

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