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abril 18, 2024

De buscar la perfección y otras sandeces

“Just do it!” Shia LeBeouf

Julio Ortiz Galimberti

Ah, los años 70… La última gran década del siglo pasado. Esos tiempos en los que no se necesitaba confianza para seguir tus sueños, porque las montañas de cocaína eran más inspiración de la necesaria. En esta época mágica, el cine estadounidense vio el nacimiento de un movimiento conocido como ‘blaxploitation’, un nuevo género en el cual los afroamericanos eran presentados como los héroes en vez de los villanos y sus comunidades eran el centro del tema a tratar en el filme.

Mientras la comunidad afroamericana se emocionaba de por fin verse representada en la industria cinematográfica, las grandes productoras y sus millonarios presupuestos huían ante la primera mención de un proyecto que tuviera que ver con analizar desde otro punto de vista su propio privilegio. Así fue como nació uno de los elementos que identificaría el género durante los siguientes años, la falta de presupuesto y, con ella, la necesidad de depender más del ingenio que de cualquier otra cosa si uno quería traer su proyecto a la realidad. No era extraño ver al primo del director controlando las cámaras y de paso editando. Tampoco lo era ver a la familia del director tomando papeles principales. Todo esto resultó en películas con un mensaje que transmitir y formas poco ortodoxas de hacerlo.

En 2006, Michael Jai White está organizando una “bad movie night”, específicamente para ver películas del género de ‘blaxploitation’. Entre risa y risa, White se dió cuenta de que a pesar de que la película tenía más de 40 años el mensaje prevalecía; a pesar de toda la imperfección técnica, la esencia de la película no solo estaba presente, seguía vigente casi medio siglo después. Entonces White tomó la decisión de retomar el género y dar vida a una de sus mejores películas “Black Dynamite”.

White consiguió 500 dólares, compró disfraces para él y un par de conocidos, y grabó un tráiler para la película con el fin de conseguir financiamiento para el proyecto. El adelanto, a pesar de la falta de presupuesto, era tan bueno y comunicaba tan bien su esencia que no solo logró el cometido de encontrar quien la produjera, también, salvo unas ligeras modificaciones, fue el tráiler que se presentó para el estreno de la película ya terminada.

El filme sigue al personaje homónimo, protagonizado por el mismo White,  un exagente de la CIA, mientras intenta resolver el caso del asesinato de su hermano. ¿Cliché? Definitivamente. Aún así, los siguientes 90 minutos, que son a la vez tributo y parodia del cine de acción (“Black Dynamite” es el Chuck Norris negro) y del ‘blaxploitation’ (la película se desarrolla en los años 70, además de estar grabada a drede con errores de todo tipo), son tan divertidos que no tendrían derecho a ser tan intrigantes.

¿Qué hubiera pasado si White se hubiera preocupado más por la perfección del proyecto final que por llevar a cabo la idea inicial?  Nadie puede saberlo, pero en mi experiencia, normalmente ese ‘mindset’ se traduce en acabar por no hacer nada. Todos conocemos a alguien así. Muchos somos así. Hablamos y hablamos de las cosas que nos gustaría hacer, pero no las hacemos. Estamos tan enfocados en el resultado final y lo perfecto que debería ser, que nunca iniciamos el proceso que podría terminar ahí. Si lo quieres hacer, hazlo; no tienes que ser bueno para disfrutarlo, véase a cualquier hombre blanco intentar bailar. ¿Tenemos ritmo? No. ¿Vamos a dejar de hacerlo? No.

De cultos y otras ponzoñas

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